sábado, 2 de mayo de 2009

LOS PISTAKOS SACA GRASA O DEGOLLADORES

LOS SACA GRASA O DEGOLLADORES.
Páginas culturales de SAM. Entre el Mito y la leyenda…
Por Carlos Sam Román:.
Entender la manifestaciones orales de un pueblo o el intentar comprender desde una realidad citadina capital o desde el solo subjetivismo de la misma persona, que se pregunte… ¿Cómo habrá sido?.. Es todo un reto personal, no solo del saber, sino de cómo intentar buscar información, sobre estos extraños acontecimientos de los aberrantes seres al servicio de alguien o del enfermizo estado de su condición inhumana, y que pueda cristalizarse desde el más allá, no solo como una fantasía, sino en que sea una irreverente injusticia, en su pura realidad.



Que tan terrible es la vida de los humanos inhumanos y que tan terrible puede o pudo ser, por quienes se confabularon y aprovecharon de tan irrelevante injusticia en épocas en que la explotación, el engaño y la mísera era condición común, por el dominio del mas fuerte e injusto estado por individuos instalados después de un régimen dominante y distante a otro de republiqueta situación de nuevos “dueños” entre invasión, condición e institución, desde donde, no terminaba el oscuro “dominio” de los perfiles perversos, aún desde de la supuesta independencia, la injusticia, el crimen y otras degradaciones se dieron y se daban, con la mayor contundencia, por quienes abusaban de los derechos y de la vida, y entre la ingenuidad de un pueblo o comunidad de nativos y mestizos, que aún no despertaban y no entendían el ¿por que? de ciertos “hechos”, construyeron sus propias respuestas, con nombres propios é idioma y lugar ante una leyenda de temores y de conductas que de alguna forma frenaban a los pata e calle, y a los incurables gorditos comelones de época que por alguna extraña situación se perdían entre las noches de juerga, pasión y caminos distantes para quienes la noche o el día les apretó y sorprendió, entre la distancia y la coludida soledad de sus temores, fueron las victimas de los salteadores. Huuumm…



Aquí abajo, entre búsquedas de información os dejo por parte de la vida de un pueblo entre sus tradiciones, estudiosos y literatos de café o de agua mineral, solo quede en Uds. El observar cual sea la verdad. Empero si les digo, que no esta distante, la conducta y característica, del infame europeo depredador. En quién sin más rito que la búsqueda del facilismo por el poder y el oro, se instaló, no solo como un injusto individuo, sino como parte de sus genomas heredadas en nuestra mestiza realidad, del que tan depredador seamos por nuestra propia cultura y afín y usanza con la de la cultura europea. Sémos o no semos castrantes degolladores:.
Lic. Carlos Sam Román:.
El Karisiri
Personaje mítico oriundo al Norte de Potosí, o zona mas deprimida económicamente en Bolivia. El personaje es conocido con el nombre de karisiri o liqichiri, cuya traducción del quechua al castellano nos daría el chupador de grasa. Su origen data de mediados de siglo y los indígenas de esa zona lo describen de la siguiente manera: Es un ser antropomórfico de pelo amarillo, gigante, cruel y exclusivamente nocturno. Al encontrarse con él, cualquier persona empieza a sentirse como hipnotizada y mareada, a lo que el espanto aprovecha y extirpa toda la grasa del ser humano dejándolo en un estado de agonía total.
La explicación racional del espanto es la siguiente: en la etapa de la post-guerra, varios militantes del partido nazi escaparon a Sudamérica buscando un refugio de la justicia aliada. Varios de ellos se infiltraron en las filas de la Iglesia Católica y, haciéndose pasar por inocentes curitas, fueron destinados a las poblaciones mas alejadas para proclamar el evangelio. De esta manera llegaron a la zona Norte de Potosí, donde, según los racionalistas, siguieron realizando experimentos ilegales utilizando como conejillos de indias a los campesinos de la zona.
Cierto o no, la leyenda del Karisiri sigue vigente en esa zona. Es tal el miedo a este ser que los campesinos no admiten en sus comunidades el ingreso de personas con la cabellera rubia.
[Aportación de Joaquín Leoni].
Pishtaco (Nakaq, Degollador)
El tema de los pishtacos es tradición muy antigua en el mundo andino, que por otro lado es conocida en toda la sierra peruana, aunque en algunos lugares tome otros nombres. En el quechua del sur se le conoce como nakaq y se cree que pishtaco es su traducción al castellano. Esta creencia viene seguramente de que la sierra central ha sufrido un mayor mestizaje y de que es más fácil de rastrear el origen quechua de nakaq. Según el cronista Blas Varela, Nakaq se llamaba a los carniceros o desolladores de animales para sacrificios (Cit. en Morote 1952: 67-91). Sin embargo, Arguedas sostiene, con justa razón, que: No se llama nakaq a los carniceros en los pueblos de Ayacucho y Apurímac donde he vivido, asi como no se llama pishtacu a los de ese mismo oficio en Jauja. Nakaq o pishtacu son los degolladores de seres humanos (Arguedas 1953: 218-228). Aunque dotado, según muchos, de poderes mágicos, no es un condenado ni un ser de la otra vida, pues aparece como un hombre de carne y hueso que tiene como «oficio» matar a las personas, extaerles la grasa y venderla. La grasa humana, según las épocas y lugares, sirve para fabricar campanas (los españoles eran grandes constructores de iglesias, sólo en Ayacucho hay 33); hacer remedios; lubricar máquinas sofisticadas o, últimamente, pagar la deuda externa.

El pishtaco prehispánico
Cuenta Guaman Poma 1613: 251: A estos hechizeros dizen los quales tomauan una olla nueva que llaman ari manca, que lo cuesen sin cosa nenguna y toma sebo de persona y mays y zanco y plumas y coca y plata, oro y todas las comidas. Dizen que le echan dentro de la olla y los quema muy mucho y con ello habla el hechizero, que de dentro de la olla hablan los demonios (...) Estos dichos pontifizes de los Yngas hazían serimonias con carneros y conejos y con carne humana, lo que les dauan los Yngas. Toman sebo y sangre y con aquello soplaban a los ydolos y uacas y los hacian hablar a sus uacas y demonios.

El pishtaco hispánico

En el mito de Inkarri (sobre la decapitación del Inca por obra de su hermano Españarri y su próxima reintegración) recogido por Ortiz Rescanierre en Huamanga, se relaciona la aparición de los degolladores con la conquista: La tierra tembló y la cabeza de Inkarri la escondió su hermano. Desde entonces surgieron los degolladores (Ortiz Rescaniere 1973: 139) Cuenta Cristóbal de Molina, el Cuzqueño: El año de setenta y uno [1571], tras de haber tenido y creído por los indios, que de España habían enviado a este Reino por cuenta de los indios, para sanar cierta enfermedad, que no se hallaba para ella medicina sino el unto [grasa humana]; a cuya causa, en aquellos tiempos andaban los indios muy recatados, y se extrañaban de los españoles, en tanto grado, que la leña, yerba y otras cosas no las querían llevar a casa de español; por decir no los matasen allí dentro, para sacarles el unto. (Molina 1574: 79).


Los pishtacos de hoy

En versiones modernas, la grasa extraída sirve para fabricar remedios (recordando la versión de Molina), o se usa en la fabricación de campanas (que así suenan mejor y más lejos) o para hacer funcionar máquinas. Los pishtacos o nakaq viven normalmente en las laderas o montañas lejanas y poco pobladas; sin embargo, en septiembre de 1987 llego a Ayacucho la «noticia» de que estaban en la ciudad. Alan García habría decidido convertir la región en una especie de coto de presas humanas para pagar con la grasa de ahí extraída la deuda externa. Estos «nuevos» pishtacos incluyen, en combinación que no respeta limites, características del extranjero, el antropólogo, el militar y el terrorista. Según un artículo que Abilio Vergara y Freddy Ferrúa publicaron en una revista de actualidad: Son altos, blancos, de cabello rubio, algunos con barbas, su hablar tiene dejo de gringo; visten con un abrigo hasta las rodillas, con botas, tienen cuchillo, pistola y en otros casos se menciona que llevan metralletas. En algunas versiones visten con blue jean y gorro de lana. (Vergara y Ferrúa 1987).
El 9 de septiembre de ese año se produjo el linchamiento de un nakaq: pobladores de un pueblo joven de Ayacucho encontraron un nakaq (que es la denominación regional), lo lincharon y quisieron hacer lo mismo con sus acompañantes. Cuando lo llevaban, el joven trató de convencerlos de que no era nakaq: soy humilde como ustedes, mis padres son humildes como ustedes, decía. La respuesta fue: si eres como nosotros, a ver, habla en quechua. «No sé quechua porque soy huancaíno, pero soy un trabajador como ustedes» fueron sus últimas palabras antes de ser linchado. (Diario La República 11/9/87). A diferencia de lo ocurrido en los linchamientos de sacaojos en Lima, el del pishtaco sí prosperó. Esto haría recordar la gran matanza de españoles propiciada por Tupac Amaru, que además insistía en que no los enterrasen: son unos excomulgados y también unos demonios, de suerte que el privilegio de sepultura eclesiástico solamente lo gozaban los indios (Szeminski 1983: 194).
En el gobierno del presidente Prado, estos hombres eran pagados por el gobierno. No eran, pues, cualquier hombre, sino eran ellos fuertes, macetas, altos y blancos; incluso eran cuidados por el clero y bautizados para ese trabajo. Allá en ese cerro Cuchihuayacco y al frente en Cutupaita, en la subida del Watatas [río] están esos lugares donde vivían los pishtacos. A cualquiera que pasaba por ahí lo descuartizaba, llevando a un inmenso penacho donde tenía preparado el lugar de su matanza.
Una vez que lo descuartizaba lo colgaba en unos eslabones, como un carnero cortado por el largo de todo el pecho. Dicen, pues, que goteaba el aceite humano y éstos recogían en grandes vasijas para luego llevarlo al gobierno y lo exportaban al extranjero a buenos precios. En estos tiempos estaban surgiendo las grandes máquinas en los países adelantados y mejor funcionaba con el aceite humano.
Todo ese trabajo de sacar aceite lo hacían de día a pleno sol.
(Relato presentado por Herminia Alcarraz Curi en 1981 como parte de un curso de la Universidad San Cristobal de Huamanga. El informante MPQ tiene 37 años y vive en la comunidad de Guayacondo de donde es originario. Publicado por Ansión 1989: 174).
Una interesante variante del mito, con rasgos de sincretismo, es la del Niño Naqaq:
Se trata de una efigie del niño Jesús representado con un puñal en la mano para matar. Cuando se desea la muerte rápida de personas enfermas con larga agonía llevan la efigie del Niño junto al lecho del paciente para orar y pedirle que lo recoja rápido, es una especie de eutanasia ritual. La fiesta del Niño Naqaq había perdido vigencia, pero según Juan José García Miranda se ha revitalizado «a consecuencia de la crisis generada por la violencia político-social» (García Miranda 1993: 153)
El pishtaco tiene tanta importancia en la mitología andina que Mario Vargas Llosa ha tenido que introducir su propia versión cuando hizo una novela sobre el fenómeno terrorista en la sierra sur peruana:
Lituma entrecerró los ojos. Ahí estaba. Foráneo. Medio gringo. A simple vista no se le reconocía, pues era igualito a cualquier cristiano de este mundo. Vivía en cuevas y perpetraba sus fechorías al anochecer. Apostado en los caminos, detrás de las rocas, encogido entre pajonales o debajo de los puentes, aguardaba a los viajeros solitarios. Se les acercaba con mañas, amigándose. Tenía preparados sus polvitos de hueso de muerto y, al primer descuido, se los aventaba a la cara. Podía, entonces, chuparles la grasa. Después, los dejaba irse, vacíos, pellejo y hueso, condenados a consumirse en horas o días.
Esos eran los benignos. Buscaban manteca humana para que las campanas de las iglesias cantaran mejor, los tractores rodaran suavecito, y, ahora último, hasta para que el gobierno pagara con ella la deuda externa. Los malignos eran peores. Además de degollar, desenlojaban a su víctima como res, carnero o chancho y se lo comían. La desangraban gota a gota, se emborrachaban con sangre. Los serruchos creían esas cosas, puta madre. ¿Será cierto que la bruja de doña Adriana había matado a un pishtaco?
(Vargas Llosa 1993: 66-67).
La versión que Vargas Llosa nos ofrece a lo largo de su novela, tiene muchas diferencias con respecto a las recogidas de la tradición oral. Las más saltantes en la cita son el uso de polvos mágicos para adormecer a sus víctimas y la existencia de dos clases de pishtacos, una de las cuales deja vivas a sus víctimas a pesar de sacarles toda la grasa del cuerpo (¿se podrá?). humm. Bueno si en algo sirvió todo este pequeño informe, sobre los Saca Grasa o Degolladores. A buena hora, Pero tengamos en cuenta que no solo en tiempo de la Colonia, sino de la misma República de nuestra supuesta libertad de la cual como nación soberana debemos enaltecerla. Empero desde la protección de nuestra Cultura Propia, con sólida información sobre lo que somos nosotros y quienes debemos fortalecer, sobre que nos corresponde y no permitir que sigan aflorando, los seudos caudillos traidores de pishtaquería con su lengua de opereta, ni de Izquierda o de derecha. Cuide su chicharronería.
Un TAF: . CSAM: .

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